Salud

Niños y embarazadas, entre los grupos más vulnerables a las intoxicaciones con monóxido de carbono

Según estadísticas del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, a través del Boletín Integrado de Vigilancia en Salud, en 2017 se reportaron 976 casos de personas intoxicadas con monóxido de carbono (CO), de los cuales 200 fallecieron.

Autor: RSalud 1 julio, 2019

Las intoxicaciones por monóxido de carbono (CO) son una preocupación para la salud pública por su elevado nivel de secuelas y mortalidad. Se estima que cada año fallecen 4,3 millones de personas en el mundo por contaminación del aire en los hogares, siendo el CO uno de los principales contaminantes del aire interior.

En Argentina, según las estadísticas del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, a través del Boletín Integrado de Vigilancia en Salud, durante el año 2017 se reportaron 976 de personas intoxicadas con monóxido de carbono (CO), de las cuales 200 fallecieron. No obstante, dada la inespecificidad de algunos de los síntomas, se estima que existe un importante subdiagnóstico y una subnotificación de los casos.

Desde la Sociedad Argentina de Pediatría afirmaron que niños y las embarazadas, además de los adultos mayores y todas aquellas personas con enfermedades cardiovasculares y respiratorias, constituyen las poblaciones más vulnerables a los efectos de las intoxicaciones con monóxido de carbono e instan a extremar los cuidados, ya que durante los meses de frío suele producirse la mayor cantidad de casos, por mal funcionamiento de los artefactos que producen monóxido de carbono asociado a la falta de ventilación de los ambientes a causa de las bajas temperaturas.

“El monóxido de carbono es un gas incoloro, que no tiene olor, no irrita y que se dispersa fácilmente en el aire; estas características hacen que la intoxicación no sea percibida por la persona expuesta, por eso se lo llama ‘el asesino silencioso’. En nuestro país, las fuentes más frecuentes de producción de CO son las estufas y los calefones, también los braseros a carbón o leña, las salamandras, las hornallas de la cocina, faroles y lámparas a gas (como las utilizadas en los campamentos), aunque también pueden ser fuentes productoras de CO aquellas máquinas pequeñas a combustible como los grupos electrógenos, cortadoras de césped, pulidoras de piso o lavadoras a presión, gases del caño de escape de vehículos, incendios, generadores eléctricos a gasolina y removedores de pintura”, ejemplificó la Dra. Marisa Gaioli, médica pediatra, Prosecretaria de la Comisión de Salud Infantil y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Entre todas las poblaciones vulnerables se destaca el caso de las embarazadas, ya que además del peligro que implica la intoxicación para ellas mismas, el riesgo es todavía mucho mayor para el feto, debido, entre otras circunstancias fisiológicas, a que expuestos a la misma fuente y concentración de monóxido de carbono, la concentración de CO hallada en sangre es entre 10 y 15 veces mayor en el feto que en la madre. Además, el tiempo de desintoxicación que necesita el feto es mucho mayor: la vida media de CO en sangre es aproximadamente 5 veces más prolongada que la materna.

Los adultos mayores, aquellos con enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como las personas con anemia marcada, son más vulnerables a la exposición porque presentan bajas cantidades de oxígeno disponible en las células (hipoxia) y menor volumen de oxígeno en los tejidos.

En opinión de la Dra. Elda Cargnel, médica pediatra, toxicóloga, miembro de la Comisión de Salud Infantil y Ambiente de la SAP, “dentro de la población infantil, los lactantes son muy vulnerables a la exposición al CO por presentar una tasa de ventilación 3 veces mayor que los adultos, tasa que se mantiene al doble en los menores de 6 años. Esto hace que el volumen de aire contaminado inspirado por los niños sea mucho mayor que el que incorporan los adultos”.

En cuanto a los síntomas que podrán estar indicando una intoxicación con CO, si bien son variables, en casos leves suelen presentarse cefaleas, náuseas, vómitos, mareos y debilidad; y en los casos más graves aparecen inestabilidad, confusión, visión borrosa, dolor precordial, convulsiones y síncope (desmayo), pudiendo llegar a un desenlace fatal.

“Si la persona sobrevive a un cuadro grave, pueden quedarle secuelas invalidantes que van desde un síndrome de enclaustramiento, hasta parkinsonismo, trastornos psiquiátricos, ceguera, sordera, trastornos cognitivos graves y trastornos en la marcha”, advirtió la Dra. Gaioli.

“Otro de los problemas que enfrentamos es que la intoxicación por monóxido de carbono suele subdiagnosticarse por desconocimiento de las fuentes productoras de CO y de las características del gas, porque generalmente se asume erróneamente que una ventilación es adecuada cuando en realidad no lo es, o porque no se consideran los criterios epidemiológicos, como que en época invernal suelen producirse mayor cantidad de casos. Por otra lado, la clínica es inespecífica y existen diversos diagnósticos diferenciales, incluso puede haber una inadecuada interpretación de los exámenes complementarios. Particularmente, puede llegar a ser confundida con cuadros de intoxicaciones alimentarias, seudogripales, crisis de migraña, epilepsia, síncope vaso-vagal, otros eventos sin explicación médica, infarto de miocardio y muerte súbita”, subrayó la Dra. Cargnel.

Los cuadros de intoxicaciones por CO suelen ser atendidos, además del personal de guardia, por especialistas en toxicología, neurología, cardiología, terapia intensiva (si se requiere) y, eventualmente, oftalmología, diagnóstico por imágenes y salud mental.

En caso de sospecha de intoxicación por monóxido de carbono

  • Abrir las puertas y ventanas del ambiente
  • No permanecer dentro de la casa y retirar afuera aquellas personas que no puedan desplazarse por sus propios medios.
  • Llamar al servicio de emergencias o acudir al centro de salud más cercano.

Recomendaciones

·         Con los artefactos encendidos, asegurarse de que el ambiente se encuentre ventilado.

·         Abrir al menos 2 veces al día durante 30 minutos las puertas y ventanas de la vivienda.

·         Las instalaciones a gas deben ser realizadas por gasistas matriculados.

·         Una vez al año, se deben controlar los artefactos a gas y verificar que la ventilación no se encuentre obstruida (chimeneas y tubos de ventilación).

·         Prestar atención al color de la llama de los artefactos: la misma debe ser azul, si es naranja o colorada el artefacto no está funcionando correctamente y está generando CO.

·         No usar el horno ni las hornallas para calefaccionar el ambiente, ya que consumen mayor cantidad de oxígeno.

·         No dormir con braseros o calentadores a leña o carbón encendidos.

·         Realizar el encendido y apagado de los braseros fuera de la habitación, ya que pueden quedar brasas mal apagadas (rescoldo) y eso genera mala combustión.

·         No instalar calefones o termotanques a gas en el baño.

·         No dejar el auto con el motor encendido en el garaje sin que éste esté ventilado.

·         Revisar el sistema de escape del auto para verificar que no existan fisuras, y el piso y el baúl para detectar huecos por donde puedan pasar los gases.

·         Nunca encienda un grupo electrógeno en el interior de la casa: el artefacto en funcionamiento siempre debe estar afuera.

·         Antes de encender los artefactos a gas en una vivienda que permaneció deshabitada por un tiempo (casas de vacaciones), asegurarse que estos funcionen correctamente evaluados por un gasista matriculado.

·         Pueden instalarse detectores de monóxido de carbono en las casas.

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