El 25 por ciento de estas emergencias y 44 por ciento de estas muertes ocurrieron en países menos desarrollados, con capacidades limitadas para prepararse y responder eficazmente a estas situaciones. Así lo indica el documento Marco de Respuesta a Emergencias de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS).
Estas estadísticas no incluyen los altos niveles de mortalidad y morbilidad asociados a las emergencias resultantes de conflictos. Según el Banco Mundial, más de 1.500 millones de personas —un cuarto de la población del mundo— viven en países afectados por conflictos violentos. Estas poblaciones sufren las consecuencias de la perturbación social y el aumento de la mortalidad y la morbilidad por enfermedades infecciosas, desnutrición aguda, traumatismos y complicaciones de enfermedades crónicas.
De los 20 países con las tasas más elevadas de mortalidad en la niñez del mundo, al menos 15 han tenido conflictos civiles durante los dos últimos decenios, añade el documento de la OPS/OMS. De los 10 países con la proporción más alta de mortalidad materna, nueve han sufrido conflictos recientemente, advierte.
El 25 por ciento de las emergencias y el 44 por ciento de las muertes ocurrieron en países menos desarrollados
En tanto, en el mismo período han aumentado los riesgos a la salud pública debido a la globalización, los viajes y el comercio internacionales. Tales riesgos podrían ser transmitidos por las personas (por ejemplo, SRAG, influenza, poliomielitis, Ébola), así como por productos, alimentos, animales (enfermedades zoonóticas), vectores (dengue, peste, fiebre amarilla) o el entorno (emisiones radionucleares, derrames de productos químicos u otros tipos de contaminación).
Los más vulnerables
En todos los tipos de emergencias, las personas más pobres y vulnerables sufren en grado desproporcionado. Estas repercusiones negativas se complican por la enormidad de los costos económicos resultantes, que promedian más de US$100 mil millones por año. La gestión apropiada y oportuna de estos riesgos requiere de capacidades nacionales e internacionales eficaces, colaboración intersectorial, promoción de la equidad, protección de los derechos humanos y fomento de la igualdad de género.
La OMS ayuda a los países a reforzar la resiliencia de los sistemas de salud
En América, muchos países pueden enfrentar, con sus propios recursos y personal local, el impacto sobre la salud que causan situaciones de emergencia de nivel bajo o mediano, y la mayoría ya ha tenido la experiencia. Sin embargo, los desastres de gran magnitud con frecuencia abruman la capacidad de respuesta de un país. Lo que es peor, cuando un desastre afecta simultáneamente a varios países, ninguno de ellos puede responder a sus propias necesidades, ni mucho menos las de sus vecinos.
El problema no es exclusivo en esta región: aún los países grandes pueden requerir ayuda externa de expertos especializados en salud pública, como fue el caso del terremoto y tsunami en Asia Oriental.
Reducción de riesgos
Lo cierto es que las emergencias pueden surgir en cualquier país y en cualquier momento. Los desastres pueden alterar gravemente el funcionamiento de la comunidad y hacer que la población pase a depender de la ayuda exterior. No obstante, es mucho lo que se puede hacer para prevenir y reducir los efectos de los desastres y reforzar la respuesta de las comunidades en riesgo.
Los desastres de gran magnitud con frecuencia abruman la capacidad de respuesta de un país
Los países con sistemas de salud bien desarrollados y personal sanitario bien formado y equipado están mucho mejor preparados para los desastres. Cuando una comunidad está bien preparada se pueden salvar muchas vidas en las primeras horas de una emergencia, antes de la llegada de la ayuda exterior. La población es la que mejor conoce los riesgos locales y sus propias necesidades.
Para reducir los riesgos futuros y las pérdidas materiales y humanas, la OMS ayuda a los países a reforzar la resiliencia de los sistemas de salud mediante la gestión de los riesgos en las emergencias, estrategia que abarca medidas que van desde la prevención hasta la recuperación, pasando por la preparación y la respuesta. Entre las medidas de gestión de los riesgos en las emergencias se encuentran:
La creación de políticas y estrategias nacionales propicias, y la asignación de recursos para la gestión de los riesgos; la mejora del acceso a una atención primaria de calidad antes de que se produzca el desastre, así como durante las fases de respuesta y recuperación; la capacitación y equipamiento del personal sanitario, y su inclusión en la planificación frente a todo tipo de emergencias; la identificación de los peligros, las vulnerabilidades y la capacidad de evaluación de los riesgos; la difusión de conocimientos sobre los riesgos en las emergencias y la educación sanitaria, por ejemplo en materia de saneamiento e higiene; la alerta temprana de los profesionales sanitarios y de las comunidades en caso de emergencia, y la protección de los centros sanitarios frente a los peligros y la preparación para la respuesta sanitaria de emergencia.
Links de interés
www.paho.org