Nota de tapa

La ira de la naturaleza

Cada vez son más los especialistas que advierten las graves consecuencias del cambio climático y que sus efectos no impactarán dentro de un milenio, sino en los próximos años. No obstante, todavía existen fuertes focos negacionistas, que desoyen las alarmas que todos los días nos llegan: tsunamis, olas de calor, incendios forestales, inundaciones, sequías. Por eso es bueno insistir. Las pruebas están delante nuestro, a pesar de que muchos prefieren cerrar los ojos.

Autor: RSalud 9 septiembre, 2019

Hace pocas semanas atrás, una foto sirvió como bofetada para despertarnos. Fue una simple foto que sacó el científico danés Steffen Olsen, cuando retrató a los ocho perros de su trineo corriendo sobre las aguas. Es que en los glaciares del noroeste de Groenlandia el paisaje era siempre el mismo, hielo y cielo, cielo y hielo. La imagen causó perturbación, porque implicaba que se estaba produciendo el deshielo del glaciar Inglefiel Bredning y puso en vilo no sólo a la comunidad científicas sino a los millones de activistas que denuncian la inacción de los estados frente al cambio climático.

El Instituto de Meteorología de Dinamarca quiso proteger a su investigador de la ola mediática que se había desatado. En un comunicado se expresa: “Steffen Olsen tuvo la difícil tarea de recuperar nuestros amarres oceanográficos y la estación meteorológica en el hielo marino del noroeste de Groenlandia. El derretimiento rápido y el hielo marino de baja permeabilidad dejan ver el agua en la parte superior”. Olsen es un científico especializado en clima y parte de sus tareas consiste en la medición del hielo marino en Groenlandia.

Es cierto que los investigadores periódicamente controlan el hielo en fiordos durante el invierno y vuelven a registrarlos en verano y según explican “el momento concreto en el que el agua se derrite sobre el hielo no es nada especial; la fusión del hielo con el agua marina tiene lugar cada año”. Por lo tanto, que los perros tiren del trineo con el agua hasta la mitad de sus patas no debería preocuparnos, aseguran desde el organismo danés.

La ola de calor en Europa afectó a Francia, Italia, España y Alemania

Pero el informe del Instituto no sirvió para amainar la tormenta. Otro investigador de ese Instituto, Martín Stender señala “la foto es probablemente más simbólica que estrictamente científica. Da la impresión de que algo no es como debería ser. Es una de esas pocas imágenes icónicas que abordan las emociones de las personas. Tienes que estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Piensa que el hielo de la foto ya se ha roto, por lo que toda el agua se ha ido”. Un momento pues, que no se podrá repetir hasta el año que viene. Stendel dejó en claro que sin duda las temperaturas han sido inusuales en Groenlandia durante el mes de junio: “Tenemos evidencia  de que la travesía del fiordo se ha vuelto menos segura en los últimos años”.

Los insólito fue que en el día que Olsen tomó la fotografía la temperatura ambiente había escalado a 17,3 º cuando lo habitual por estas fechas son 5,7 º. Es decir, 11,6º  por encima de la media que no deberían haber pasado inadvertidos. Aunque hubo también altas temperaturas de excepción años atrás, no se llegó a estos extremos.  En fin, llegamos aquí a la gran paradoja que encierra la imagen del glaciar: la foto es y no es consecuencia del cambio climático. Stendel asegura que “la foto se puede contextualizar dentro de la crisis del cambio climático, aunque no muestre relación directamente con el cambio climático”. En otras palabras, los estragos del cambio climático son visibles en Groenlandia.


Infierno europeo

El viento proveniente del desierto elevó los termómetros por encima de niveles históricos para el mes de junio. Durante ese mes, la escala mercurial subía y subía en toda Europa. Particularmente en su parte occidental y dio lugar a registros inusuales en varios países en el comienzo del período estival.

La ola de calor proveniente del norte africano fue especialmente intensa en Francia, dónde el gobierno decretó alerta naranja para 65 departamentos en todo el territorio galo. Se dieron instrucciones a los residentes y una serie de precauciones para evitar los efectos de la canícula. Es que en la memoria colectiva sigue presente el verano de hace 16 años atrás que ocasionó la muerte de más de 15.000 personas, principalmente mayores de edad, más vulnerables al calor.

En la capital francesa, se crean “burbujas” de calor, por la acción combinada del cemento de los edificios, el intenso tránsito, los flujos humanos y la falta de arboleda suficiente. Se hizo habitual ver a jóvenes y adultos lanzarse sobre fuentes y piscinas municipales. Pero estas imágenes de París se multiplicaron en Roma, Madrid, Berlín, Lisboa.

Según el organismo nacional de previsión meteorológica, Météo France, la intensidad de esta racha de calor no tiene precedentes para un mes de junio desde 1947. En España, esta ola de calor tampoco tiene registros históricos y continuará durante julio. En una cuenta de Twitter la meteoróloga Silvia Laplana anunció “el infierno is coming”. Cinco provincias del norte español recibieron el alerta naranja por parte de la AEMET, la agencia española de meteorología.

Si bien en Italia la gente está más habituada a las altas temperaturas, los expertos hablan de valores inéditos, que no se experimentaban en las regiones del norte desde hacía más de un siglo atrás. Hacia fines de junio en la lombarda Milán, la columna mercurial llegó a marcar 43º, mientras que en Alessandria, superaba los 40º.

En Roma, las fuentes de la ciudad reciben a turistas y locales para beber agua y refrescarse, en una urbe que soporta calor todos los veranos, pero nunca antes como en estas jornadas de junio. Según los servicios de urgencia de Siena (centro de Italia), más de un centenar de personas se han acercado con síntomas de insuficiencia cardíaca y deshidratación como consecuencia del calor.

En Alemania, donde los meteorólogos aseguran que se batirá el récord de calor –que fue de 38,5º- las autoridades decidieron imponer restricciones de velocidad en algunos tramos de las autopistas hasta nuevo aviso, debido al riesgo de que el asfalto caliente se rompa por las temperaturas inusualmente altas.

El deshielo en Groenlandia puso en vilo a la comunidad científica

Más al este, en Lituania, 27 personas se han ahogado en junio entre los miles que acuden a lagos y ríos para refrescarse. Las temperaturas se elevan en ese país a un inusual máximo de 35,7 º. En la mayoría de los casos, por un fenómeno denominado “choque térmico”.

En general los científicos están de acuerdo en que estas canículas cada vez más intensas y frecuentes son un síntoma claro del cambio climático. Según el famoso climatólogo francés Jean Jousel, “Nuestro diagnóstico es que cada vez van a ser más precoces, más intensas y más frecuentes”. Para el investigador del Postdam Institute for Climate Impact Research, Stefan Rahmstorf, “este aumento de los extremos de calor se está produciendo como la ciencia había previsto, como resultado directo de un calentamiento inducido por los gases de efecto invernadero de la combustión de carbón, petróleo y gas».


Conflictos armados

Una investigación de la Universidad de Stanford publicado en la revista Nature, revela que la intensificación del cambio climático aumentará el riesgo futuro de conflictos armados entre países y regiones. Sintetizando las opiniones de los expertos, el estudio estima que el clima ha influido entre el 3 por y el 20 por ciento de los conflictos armados durante el último siglo y que la influencia probablemente aumentará drásticamente.

Aseguran en el trabajo de la universidad que con un escenario con 4° de calentamiento del planeta (que es el valor al que nos vamos encaminando si no se hacen fuertes reducciones de los efectos de las emisiones de gases invernadero), la influencia del clima en los conflictos aumentaría más de cinco veces, con un 26 por ciento de probabilidad de un incremento sustancial en el riesgo del conflicto. Incluso en un escenario de 2°de calentamiento más allá de los niveles preindustriales (el objetivo que se propuso en el Acuerdo Climático de París), la influencia del clima en los conflictos se duplicaría con creces, con una probabilidad del 13º.

Para Katharine Mach, directora del Centro de Evaluación Ambiental de Stanford y autora del estudio: “apreciar el papel del cambio climático y sus impactos en la seguridad es importante no solo para comprender los costos sociales de nuestras continuas emisiones de efecto invernadero, sino también para priorizar las respuestas, que podrían incluir ayuda y cooperación».

El clima extremo impulsado por el cambio climático y los desastres relacionados pueden dañar las economías, disminuir la producción agrícola y ganadera e intensificar la desigualdad entre los grupos sociales. Estos factores, cuando se combinan con otros impulsores del conflicto, pueden aumentar los riesgos de violencia.

«Saber si los cambios ambientales o climáticos son importantes para explicar el conflicto tiene implicaciones sobre lo que podemos hacer para reducir la probabilidad de un conflicto futuro, así como sobre cómo tomar decisiones bien informadas sobre con qué intensidad debemos mitigar el cambio climático futuro», precisa Marshall Burke, profesor asistente de ciencias del sistema de la Tierra y coautor del estudio.

Los investigadores discrepan intensamente sobre si el clima desempeña un papel en el inicio de las guerras civiles y otros conflictos armados. Para comprender mejor el impacto del clima, el análisis incluyó entrevistas y debates entre expertos en ciencias políticas, ciencias ambientales, economía y otros campos que llegaron a diferentes conclusiones sobre la influencia del clima en los conflictos en el pasado.

Los expertos, que también fueron coautores del estudio, coinciden en que el clima ha afectado el conflicto armado organizado en las últimas décadas. Sin embargo, dejan claro que otros factores, como el bajo desarrollo socioeconómico, la fortaleza del gobierno, las desigualdades en las sociedades y una historia reciente de conflictos violentos tienen un impacto mucho mayor en los conflictos dentro de los países. Los investigadores no entienden completamente cómo afecta el clima al conflicto y bajo qué condiciones.

La intensificación del cambio climático aumentará el riesgo de conflictos armados

Las consecuencias del cambio climático futuro probablemente serán diferentes de las interrupciones climáticas históricas, ya que las sociedades se verán obligadas a lidiar con condiciones sin precedentes que van más allá de la experiencia conocida y a lo que pueden ser capaces de adaptarse.

Reducir el riesgo de conflicto y prepararse para un clima cambiante puede ser un enfoque ganador. El estudio explica que las estrategias de adaptación, como el seguro de cosechas y su almacenamiento posterior, los servicios de capacitación y otras medidas, pueden aumentar la seguridad alimentaria y diversificar las oportunidades económicas, reduciendo así los posibles vínculos entre el clima y los conflictos.

El mantenimiento de la paz, la mediación de conflictos y las operaciones de ayuda posteriores al conflicto podrían incorporar el clima en sus estrategias de reducción de riesgos al observar formas en que los peligros climáticos pueden exacerbar los conflictos violentos en el futuro. Sin embargo, los investigadores dejan claro que es necesario aumentar la comprensión de la efectividad de estas estrategias y el potencial de efectos secundarios adversos. Por ejemplo, las prohibiciones a la exportación de alimentos después de la pérdida de cultivos pueden aumentar la inestabilidad en otros lugares.


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