Salud

Cecilia Grierson: La primera médica argentina

Hija de escoceses e irlandeses, Cecilia Grierson fue ejemplo de vocación de servicio y de fuerza de voluntad. La primera médica argentina y la primera graduada universitaria de Sudamérica, no sólo abrió el camino a la mujer en las ciencias, sino que fue una tenaz luchadora por la igualdad de derechos. Militante socialista y activa defensora del sufragio femenino, se impuso en ambiente hostil donde los hombres monopolizaban el ejercicio de las profesiones y la política.

Autor: RSalud 8 marzo, 2017

Cecilia Grierson nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1859, cuando todavía Buenos Aires se encontraba separada de la Confederación. Su infancia la pasó en los campos de su familia en Entre Ríos. Fue uno de los seis hijos de John Paris Robertson Grierson, un descendiente de escoceses y de Jane Duffy, hija de irlandeses. Si bien la prosperidad económica de la familia le permitió estudiar en Buenos Aires, tuvo que regresar rápidamente a Entre Ríos cuando su padre enfermó y tuvo que colaborar en la economía familiar. Con 13 años Cecilia y su madre se dedican a la docencia de los campesinos entrerrianos, ahí se desarrolla una vocación por la enseñanza que no abandonaría más en su vida. Su dedicación es recompensada por el gobierno provincial, que a pesar de la edad, decida pagar un salario que ella lo entrega en su totalidad a su madre.

Luego de la muerte de su padre, Cecilia Grierson vuelve a Buenos Aires y comienza sus estudios de magisterio en la Escuela Normal Número Uno de Barracas, paralelamente trabaja como institutriz de una rica familia porteña. Luego de recibir su título de maestra se incorpora a la Escuela Mixta de Enseñanza de San Cristóbal.

 


Una muerte inesperada

Como siempre ocurre en los casos de los grandes personajes de la Salud que hemos publicado en estas páginas, hay un hecho bisagra que cambia el destino. Cuando todo parecía encaminar la vida de Cecilia en la docencia, la inesperada muerte de su compañera y gran amiga, Amelia Koenig, la impacta de tal modo que se decide por estudiar Medicina, que por entonces era una carrera patrimonio exclusivo de los hombres. Para poder superar el “escollo” de ser mujer, tiene que hacer una defensa escrita que implique una autorización “especial” para poder matricularse. De este medo Cecilia Grierson se convierte en la segunda mujer que estudia ciencias médicas en la Argentina.

CeciliaGrierson

Había un antecedente, Cecilia Passo, quien luego de estudiar Farmacia comenzó a cursar medicina, pero su temprana muerte le impidió diplomarse.

Esos años en la facultad no fueron nada fáciles. En un ambiente donde los hombres todavía creían que la función de la mujer era la crianza de los hijos y el cuidado de la casa, la presencia de Cecilia Grierson era mirada con ojos prejuiciosos y poco amigables. A pesar de ello, fue una aventajada estudiante, al punto que fue designada ayudante de histología ad honorem de la facultad y en 1885, practicante de Atención Pública.

Cecilia no era una persona fácil de desanimar. El clima hostil que la rodeaba no la atemorizaba sino que por el contrario, fortalecía su espíritu para seguir adelante con sus proyectos.


La Escuela de Enfermería

A la tenacidad, le sumaba un sentido práctico, que dio frutos efectivos. Durante su actividad como Asistente Pública, fue la organizadora del servicio de ambulancias y sus campañas de alarma, hecho que resultaba novedoso para la época, donde las sirenas eran utilizadas solamente por los bomberos. Un año más tarde, en 1886 desarrolla una labor extraordinaria en la asistencia de los miles de enfermos que dejó la epidemia de cólera que azotó Buenos Aires.

Es allí donde recibe el reconocimiento de médicos y funcionarios y advierte la necesidad de que los médicos cuenten con auxiliares capacitados y entrenados. Al poco tiempo, aún sin haber recibir el diploma de Mé- dica funda la primera escuela de Enfermeras de la Argentina. Trabaja en el diseño de un plan de formación integral que incluya instructivos sobre puericultura, cuidado de pacientes, nociones básicas de medicina y primeros auxilios. En 1891, la Escuela recibe la aprobación oficial y pasa a convertirse en la Escuela Municipal de Enfermería. Al mismo tiempo crea la Escuela de Enfermería del Hospital Británico.

En 1888 Cecilia Grierson había dado otro paso sin precedentes, fue designada practicante en el Hospital Rivadavia, una función impensable para una mujer. Finalmente, en 1889 aprueba su tesis sobre Histero-Ovariotomías efectuadas en el Hospital de Mujeres desde 1883 a 1889. El 2 de julio de 1889 a la edad de 30 años recibe su diploma de Médica. De este modo, se convierte en la primera mujer en recibir el título en nuestro país y la primera graduada universitaria de Sudamérica.

Como médica cirujana ingresa en el Hospital San Roque, el actual Ramos Mejía, mientras continua su labor de profesionalizar la carrera de enfermería. Esa convicción se reafirma cuando advierte la necesidad de asistencia de los médicos en ocasión de la epidemia de viruela en 1891, como en la atención de los heridos durante la Revolución de 1893.

Este proyecto se hará realidad en 1891 con la creación oficial de la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino, donde implanta el Curso de Masajistas escribiendo posteriormente el libro Masaje Práctico, que tiene amplia difusión, ambos antecedentes claves en el desarrollo local de la kinesiología moderna.

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En 1892 creó la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios y se edita su primer libro, dedicado a los heridos en accidentes. Paralelamente, Grierson dictaba un curso de anatomía en la Academia de Bellas Artes, y atendía en su consultorio psicopedagógico gratuito dedicado a la niñez con retardo.

Enviada a Europa por el gobierno para conocer la realidad educativa del Viejo Continente, a su vuelta propuso cambios en las currículas de las escuelas profesionales argentinas. Esa experiencia la vuelca en un trabajo que se edita bajo el nombre de “Educación Técnica de la Mujer”. En 1899 fue a Londres invitada por el Consejo Internacional de Mujeres y se le encargó la fundación de la rama argentina, lo que realizó al año siguiente. En oportunidad de esos viajes, estudió los métodos para el tratamiento de ciegos y sordomudos, en tanto que luego en París, asistió a las mejores clínicas de obstetricia y ginecología

Impulsa en el país la enseñanza formal de la puericultura y la docencia especializada para ciegos y sordomudos, introduciendo por primera vez material didáctico para este tipo de discapacidades, a la vez que establece en Buenos Aires el Instituto de Ciegos.

En sus pocos momentos libres, practicaba deportes, hacía tallados y esculturas y despuntaba una buena afición hacia la pintura.

En 1901 aparece como fundadora de la Asociación Obstétrica Nacional y de la Revista Obstétrica, que ideó como un canal para ofrecer a las parteras argentinas un enfoque científico y médico para la profesión que por entonces estaba en manos de las llamadas “matronas”.

Como si todo lo hecho hasta entonces hubiera sido poco, entre 1904 y 1905 dicta en la Facultad de Medicina de Buenos Aires los primeros cursos de Kinesioterapia, que representan el antecedente más importante de la kinesiología argentina. En lo que respecta a su labor en la Cruz Roja, actuó como consejera y como directora general de Hogares de Enfermas, siendo también autora de la reglamentación que regía esos hogares.

En 1907 suma a sus múltiples actividades la docencia en el Liceo nacional de Señoritas, del que fue profesora fundadora. Todo esto no la privó de seguir escribiendo. Dos de sus obras La educación del ciego y Cuidado del enfermo, esta última de más de 800 páginas y primer tratado nacional de enfermería, son parte de su entrega a lo que fueron sus dos pasiones, la docencia y la medicina, que conjugan magistralmente en toda su obra.


La militante socialista

Para una personalidad tan fuerte, la participación política era casi obligada. Comenzaba un siglo donde la lucha por la igualdad femenina comenzaba a ser una estandarte social, y que requería voluntad y coraje, cualidades que por cierto no le faltaban. Desde 1896, cuando se funda el Partido Socialista Argentino, encuentra Cecilia Grierson entre sus principales activistas. Junto a Elvira Rawson, Alicia Moreau de Justo y Julieta Lanteri_Renshaw, Cecilia se convierte en una valerosa propagadora de los reclamos por las causas del sufragismo y de derechos civiles de la mujer. En 1899 había participado en el Congreso Internacional de la Mujer que se realizó en Inglaterra. Un año después y siguiendo ese ejemplo, promueve la creación del Consejo Nacional de Mujeres.

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En 1910, en el marco de las celebraciones del Centenario, Grierson presidió del Primer Congreso Feminista Internacional de la República Argentina, convocado por la Asociación de Mujeres Universitarias. Los asuntos principales de ese encuentro referían la situación de las mujeres en la educación, el abandono de los hijos, la necesidad del sufragio femenino. Estas luchas reivindicatorias nacidas al calor de su militancia socialista, tuvieron resultado recién en 1926, cuando se reformó el Código Civil con la incorporación de muchas de las demandas acerca de la condición de la mujer en el país, como la posibilidad de disponer de sus propias ganancias, formar parte de sociedades civiles o mercantiles, entre otras.

Durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, en 1914, Cecilia Grierson tuvo su homenaje, cuando fue reconocida su personalidad extraordinaria al cumplir sus bodas de plata como médica. Aunque no tenía los bríos de sus años jóvenes seguía trabajando en forma intensa y continuaba como Directora General de los Hogares de Enfermeras, función que desempeñó por 13 años más.

Luego de muchos años de una actividad incesante, en su mayor parte ad honorem, al pedir la jubilación se le reconocieron 22 años de servicio de los 25 de ejercicio de la medicina y 45 que llevaba trabajados como docente, y se le concedió solamente una modesta pensión graciable. Cansada y enferma, se retiró definitivamente y se instaló en la localidad de Los Cocos en Córdoba. Como no podía con su genio en Los Cocos dona una escuela y establece una casa de descanso para el profesorado y gente del arte.

Cecilia Grierson nunca albergó reproches o resentimientos. Incluso, cuando la pensión otorgada por el Gobierno era miserable. Sin embargo, si sufrió el hecho de que no se le permitiera ejercer una cátedra en la Facultad de Medicina. “Entre las muchas contrariedades sufridas en mi vida –dijo, ya anciana–, debo aclarar que siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la Facultad. Pero no era posible que se le ofreciera a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener el título de médica cirujana, la oportunidad de ser jefa de sala, directora de hospital o profesora de universidad”.

Retorna a Buenos Aires y finalmente, en una delicada situación económica muere el 10 de abril de 1934. Cecilia Grierson, la primera médica de Latinoamérica. Una argentina de la que podemos sentirnos orgullosos.

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