Afortunadamente, enfermarse hoy de leucemia ofrece un panorama -en términos de pronóstico de sobrevida y calidad de vida- que no puede compararse con el de un par de décadas atrás. Para algunos tipos de leucemia, inclusive, hay posibilidades de cura cada vez más concretas. En Argentina, se diagnostican al año más de 2.900 casos, es decir, el equivalente a un promedio de 8 por día, y la revolución terapéutica que se vio en el mundo está dándose también en nuestro país1.
“Gracias a los avances científicos y al mejor conocimiento sobre estas enfermedades, hoy contamos con tratamientos altamente efectivos tanto para las leucemias crónicas como para las agudas. Estamos ante un verdadero cambio de paradigma que comenzó hace unos 20 años, que consiste en reemplazar la quimioterapia por terapias dirigidas, que brindan mejores resultados y permiten que los pacientes vivan más y mejor”, sostuvo el Dr. Miguel A. Pavlovsky, Director Médico y Científico de Fundaleu.
En líneas generales, la quimioterapia ha sido la principal aliada en el tratamiento de estas enfermedades oncohematológicas, siempre con el trasplante de médula ósea como opción curativa más concreta para las leucemias agudas, pero -por distintos motivos- no todos los pacientes tienen indicación de trasplante. De todos modos, hoy el abanico de tratamientos incluye también terapias dirigidas (que atacan determinadas alteraciones genéticas o proteínas, con mucha menor toxicidad) y empieza a haber además otras líneas de tratamiento en investigación muy prometedoras.
Como se desconocen aún las causas que originan a las leucemias, se ignora si existen maneras de prevenirlas. Sin embargo, se puede prestar atención a determinados signos y síntomas para realizar a tiempo la consulta médica para descartar que se esté ante un cuadro de este tipo o que permita saberlo a tiempo y se pueda iniciar tempranamente un tratamiento. Los síntomas, que no son exclusivos de las leucemias, varían según el tipo y estadio de enfermedad, pero pueden incluir:
· Fiebre
· Escalofríos
· Sudoración nocturna
· Debilidad y fatiga
· Aparición de hematomas
· Sangrado o inflamación de encías
· Agrandamiento del hígado y/o del bazo
· Dolor óseo
· Palidez
· Pérdida involuntaria de peso
Es posible detectar una leucemia con un análisis de sangre de rutina, ya que un hemograma completo evidencia rápidamente niveles anormales de glóbulos blancos, rojos y plaquetas. Luego, analizando las células de la médula ósea se determinará específicamente el tipo de leucemia y mediante estudios moleculares, el subtipo específico.
La producción descontrolada de células sanguíneas anormales en la médula ósea impide que células sanas se desarrollen y cumplan su función y eso comienza a impactar en el organismo de distintas maneras. Según el tipo de célula sanguínea que se desarrolla en forma anómala y según la progresión de la enfermedad, se clasifican los diferentes tipos de leucemia.
La leucemia mieloide aguda es la más común de las leucemias (36% de los casos) y la linfoblástica aguda es la más frecuente en menores de 8 años (11% del total). La linfocítica crónica representa el 30% de los casos de leucemia y la mieloide crónica, un 11,5%. Para seleccionar el tratamiento para cada paciente se consideran aspectos como edad, condición física, comorbilidades y el subtipo específico de enfermedad, entre otros factores.
En el caso de la leucemia mieloide aguda, “el tratamiento estándar es con quimioterapia intensiva. Para personas mayores o que por distintos motivos puedan tener contraindicada la quimioterapia, existen nuevos tratamientos que están mostrando resultados esperanzadores”, detalló la Dra. Isolda Fernández, Jefa del Servicio de Hematología de Fundaleu e integrante de la Subcomisión de Leucemias Agudas de la Sociedad Argentina de Hematología.
Como en estos casos la enfermedad avanza súbitamente, el inicio inmediato del tratamiento representa un gran desafío para los sistemas de salud. Cada día que pasa hasta el inicio del tratamiento cuenta y, en algunos casos, la urgencia no da margen.
“El tratamiento de las leucemias agudas requiere internaciones prolongadas y debe ser llevado adelante en centros de alta complejidad que cuenten con personal especializado para realizar un diagnóstico certero, para determinar la terapia más conveniente y para realizar un manejo adecuado de las complicaciones asociadas, conocido como ‘tratamiento de soporte’, que es un pilar muy importante para obtener resultados exitosos”, remarcó la Dra. Fernández.
“Para las leucemias agudas, seguramente el futuro planteé la indicación de una combinación de terapias diferentes, para intentar controlar la enfermedad desde distintos mecanismos”, remarcó la especialista.
“Ante una leucemia crónica, nuestro objetivo terapéutico en la actualidad es lograr respuestas completas, duraderas y con baja incidencia de efectos adversos. Podremos lograrlo contando con terapias dirigidas, que actúan a nivel de encimas y proteínas que intervienen en el desarrollo de esta enfermedad. La adecuada adherencia al tratamiento por parte del paciente es muy importante porque el cumplimento es una de las claves para lograr la eficacia buscada”, explicó el Dr. Pavlovsky.
El abordaje de las leucemias se dirige cada vez más hacia la posibilidad de su control definitivo, logrando inclusive la suspensión del tratamiento, como está sucediendo con determinadas leucemias crónicas con medicaciones que están disponibles en nuestro país. No obstante, algunos casos siguen siendo de difícil abordaje y plantean desafíos, por lo que es muy pertinente que la ciencia profundice sus investigaciones.
¿Qué son las leucemias?
Las células sanguíneas son producidas por la médula ósea. A medida que se dividen y maduran, van transformándose en distintas células sanguíneas[6],[7]. Cuando una de las células que va a formar glóbulos blancos cambia y se convierte en una célula de leucemia, ya no madura normalmente, generalmente se divide más rápido de lo normal y no muere cuando debería hacerlo, sino que se acumula en la médula ósea reemplazando a las normales.
En algún momento, éstas salen de la médula ósea y entran al torrente sanguíneo, causando un aumento en el número de glóbulos blancos en la sangre y no permitiendo crecer al resto de las células normales como glóbulos rojos y plaquetas.
“No le temía a la muerte, me angustiaba no estar con mis hijos”
Daniela es historiadora y gestora cultural. Tiene 44 años y es mamá de Mora y Dante. No se define como ex paciente de leucemia mieloide aguda, sino como ‘sobreviviente’. Quiere que su testimonio contribuya a salvar más vidas, concientizando sobre el diagnóstico precoz y la donación de médula ósea, para que más personas tengan la oportunidad que tuvo ella.
“Muchos como yo tuvieron leucemia y luego estudiaron, viajaron, llenaron su vida de proyectos, tuvieron hijos y su vida siguió adelante. Ojalá quienes están pasando por una enfermedad así vean que se puede. Mi diagnóstico parecía una sentencia de muerte, pero se convirtió en una gran puerta hacia una vida mejor”, reconoció Daniela.
Llegó a Fundaleu una noche calurosa de febrero de 2009, tras meses de fiebre, infecciones, médicos y guardias. “Sentía miedo, pero puse lo mejor de mí y pregunté ‘¿qué tenemos que hacer?’, convencida de que hacer es movimiento, lo contrario a la quietud de la muerte. Ustedes hagan todo lo bueno que saben hacer y yo pongo la voluntad para que funcione”.
Daniela remarcó que no hubiese podido dejar atrás la leucemia sin el equipo de médicos, enfermeros, psicólogos, nutricionistas, laboratoristas y todos los que hicieron que el servicio que brindan funcione, por lo que estará profundamente agradecida con todos para siempre.
“Yo no le temía a la muerte mientras estaba internada, lo que me angustiaba era no estar con mis hijos, haber dejado de darle de mamar a Dante o haberme perdido el inicio de segundo grado de Mora. Entonces, la psicóloga del equipo, Lourdes, me sugirió focalizar mis energías, justamente, en verlos a ellos. Entonces, pedí una computadora, prometí no googlear nada referido a mi enfermedad y me puse a organizar un viaje en familia para cuando me curara”.
Tras tres internaciones con quimioterapia, manejo de infecciones y muchas situaciones complejas, logró salir adelante luego de que le realizaran un autotrasplante de médula ósea.
“Mi vida se convirtió en un gran proyecto, un gran viaje, a partir de la convicción de dejarles a mis hijos un legado grande, enseñándoles el mundo, otras culturas, formas de vivir, pero -sobre todo- compartiendo mucho tiempo juntos”, concluyó Daniela.