Por este tipo de siniestros viales, cada año en la Argentina fallecen unas 10 mil personas, mientras que a nivel mundial el número asciende a más de 1.2 millones, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A su vez, entre 20 y 50 millones de accidentados padecen traumatismos no mortales.
Las personas que sobreviven suelen en su mayoría sufrir consecuencias de tipo físico, cognitivo y conductual, por lo que los TEC son considerados la primera causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes.
El TEC es el daño cerebral causado por una fuerza externa, evidenciado por una alteración de conciencia y compromiso de las funciones cerebrales de grado variable. Provoca en el sujeto secuelas de rangos diversos de compromiso cognitivo, físico, emocional y conductual que afectan su desenvolvimiento en lo cotidiano, en lo laboral y en sus relaciones interpersonales.
Los hay de dos tipos: abiertos y cerrados. Los primeros ocurren cuando se produce una fractura o perforación de la bóveda craneana, produciendo una herida en el tejido cerebral y exponiendo o dejando en contacto con el aire la masa encefálica, mientras que los segundos solo afectan el tejido cerebral.
Ambos tipos de traumas suelen presentar una afectación focal y otra difusa, a causa del impacto recibido. La primera corresponde a la lesión generada en el lugar del cerebro que recibió el impacto; mientras que la segunda es aquella que no ocupa un volumen bien definido dentro del compartimiento intracraneal, pero que genera, al igual que la lesión focal, secuelas neurológicas diversas.
Muchas veces, como consecuencia de estos accidentes y traumatismos, las personas enfrentan una discapacidad, la cual limita su funcionalidad y pude incluir déficit, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación.
Los traumatismos de cráneo son un tipo de lesión que permite ver la coexistencia de tres tipos de discapacidades: física, cognitiva y conductual.
Usualmente la rehabilitación suele ser motora, la cual presenta resultados rápidamente por ser la mayoría de los lesionados personas jóvenes que tienen intactos los mecanismos de neuroplasticidad y recuperan con facilidad sus movimientos. Pero erróneamente no se enfoca la recuperación en lo cognitivo y conductual y se espera hasta que la persona esté mejor desde lo motor para trabajar en otros aspectos. Es decir, la persona recupera su movilidad pero no su capacidad de trabajar, estudiar, relacionarse o enfrentar responsabilidades.
“Es muy común recibir pacientes que llegan luego de años de haber sufrido un accidente sin haber sido evaluados desde el punto de vista cognitivo y/o psiquiátrico. Cuanto más tarde se inicia esta recuperación, menos resultados generan porque los mecanismos de neuroplasticidad cerebral se agotan con el paso del tiempo. Una neuro-rehabilitación integral exige un abordaje inmediato, conjunto y simultáneo de las tres discapacidades mencionadas, para una correcta recuperación del paciente y su posterior reinserción social y laboral”, explica la Dra. María Laura Saladino, médica neuróloga y coordinadora de la Unidad de Neurorehabitalitación de INEBA.
La especialista agrega: “Además del trabajo motor orientado a la tarea por un equipo interdisciplinario de profesionales especializados en neurorehabilitación, en INEBA contamos con herramientas muy difundidas como el uso de la tecnología. La misma se utiliza para mejorar la comunicación y participación de la persona, como así también mediante programas de realidad virtual y telerehabilitación – desde sus hogares – generando un entorno virtual que simula situaciones de la vida cotidiana minimizando riesgos y aumentando la adherencia, utilizados tanto para estimular las funciones cognitivas como las motoras, pero siempre supervisado por un profesional que indica en cada caso el programa en forma individualizada”.
Entre las funciones cognitivas que pueden verse afectadas por los traumatismos encéfalocraneanos se encuentran la memoria, el lenguaje, la atención, las funciones ejecutivas, la viso-construcción, el reconocimiento y la ejecución de actos con un determinado fin (praxias).
En lo que refiere a trastornos cognitivos, el paciente puede tener dificultades en focalizar su atención y concentrarse, al procesar información (velocidad y eficiencia), en la memoria y el aprendizaje, en el razonamiento abstracto y en funciones ejecutivas como resolución de problemas, planificación, secuenciación, cambios alternantes, etc.
“De no abordar estos tres aspectos en simultáneo se logra bajar la mortalidad, recuperando la vida del paciente, pero se aumenta la morbilidad en términos de número y severidad de secuelas, lo que genera consecuencias devastadoras en la vida de la persona y su entorno ya que se pierde independencia, participación y actividad, y se disminuye la calidad de vida”, concluye Saladino.