Estamos bajo la influencia de los cambios meteorológicos, como así también plantas y animales. Mucho se ha discutido sobre cómo el clima influye en el cuerpo y en el ánimo de las personas. Y cómo suele ocurrir, los científicos no se ponen de acuerdo. Estas afecciones se denominan metereopatías y sonabordadas por diversas disciplinas. Por caso, la biometeorología es una rama de la meteorología que intenta descifrar el impacto del clima en la vida humana. Se ha avanzado, pero resta mucho por comprender sobre estos procesos que alteran nuestros organismos, cambian los humores y, de paso, modifican la historia de la humanidad.
Se sostiene que estamos preparados para un “confort climático”, una adecuación natural del organismo a la variabilidad ambiental. Pero cuando se producen transformaciones bruscas, no siempre el cuerpo responde en forma óptima. Claro que la constitución física, la edad y la estructura psicológica también participan en el resultado final de la reacción del organismo.
El clima influye en nuestro humor y en nuestras reacciones psicológicas
Sin dudas el cambio climático es otro factor decisivo y preocupante, tal como viene alertando la Organización Mundial de la Salud. No obstante, cuando hablamos de cambio climático nos referimos a las acciones humanas que alteran el medio ambiente y ponen en peligro la subsistencia misma de la especie. Acciones y conductas que pueden y deben corregirse. En este artículo estamos abordando la relación natural entre el clima y la salud humana y si podemos colegir reales consecuencias.
Trastorno Afectivo Estacional
En ese sentido, el Trastorno Afectivo Estacional divide las aguas sobre su real impacto. Por ejemplo, el Instituto Nacional de la Salud Mental de los Estados Unidos ofrece una explicación científica a los cambios del ánimo, debido a que algunas personas experimentan transformaciones de humor graves durante el invierno, cuando hay menos luz solar, a esta condición se le llama Trastorno Afectivo Estacional (TAE): un tipo de depresión que suele mejorar en primavera y verano.
A mediados de los ochenta, el psiquiatra Norman Rosenthal utilizó por primera vez el término Trastorno Afectivo Estacional (TAE) para describir una depresión influida por las estaciones del año, normalmente el invierno.
Se le llama Trastorno Afectivo Estacional a la depresión que aparece con los cambios de estación
Cambios de estado de ánimo, migrañas intensas, irritabilidad y alteraciones del sueño, del apetito o del deseo sexual son algunos de sus síntomas. Cuanto más cerca se está de los polos, donde los días son muy cortos, se nota mucho más.
El Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés), la obra de referencia entre los profesionales de la salud mental, incluye el TAE como un patrón clínico demostrado en algunas personas depresivas.
Para el doctor Jason Hershberger, presidente de psiquiatría del hospital y Centro Médico de Brookdale de Nueva York, algunas personas que creen que se sienten tristes por la temporada de fiestas de fin de año podrían en realidad sufrir de TAE. Hershberger, asegura que este Trastorno puede afectar tanto a niños, adolescentes y adultos. Si bien la prevalencia puede variar según las regiones, el especialista cree que el TAE actúa sobre el 6% de la población
En este sentido, el clima tiene una influencia clave en los mecanismos fisiológicos del cuerpo, así como en nuestro humor y en nuestras reaccio nes psicológicas.
Los biometeorólogos vienen estudiando desde hace muchos años esta relación entre el clima y la salud humana. Las variaciones del clima producen estímulos y algunos organismos no se adaptan a éstos cambios, generando un desmejoramiento del bienestar normal o provocando irritabilidad, insomnio, cansancio, depresión, palpitaciones, en fin, diversas afecciones.
En su obra “Del Tiempo y la Salud”, el biólogo José Hoffman afirma que existen fenómenos del clima que repercuten en la salud de las personas. Incluso habla del síndrome de meteorosensibilidad.
Que se expresa en las respuestas del organismo con respecto a las diferentes fases del tiempo, que nos hace caer en estados depresivos, cefaleas, irritabilidad y nos hacen más vulnerables a los diversos agentes patógenos.
Para muchos investigadores hay organismos más sensibles que otros a los cambios del tiempo
Para muchos investigadores hay organismos más sensibles que otros a los cambios del tiempo. Parece cierto que los días húmedos y lluviosos propician depresión y melancolía y los días de sol nos hacen más extrovertidos y dinámicos. Se sostiene que las mujeres tienen mayor sensibilidad frente a los vaivenes del tiempo, por razones hormonales. Así, por caso, la luna influye sobre mareas y el cuerpo está constituido en un
70 por ciento por agua. Con la Luna en la fase nueva, la mujer se encuentra más exaltada; si cambia, se halla introvertida. En un informe de la Revista “Muy Interesante”, se planteaba el siguiente interrogante: ¿Eres metereosensible”?
Los investigadores citados afirmaban que esa “patología” existe y hay fundamentos para sostenerla. Por caso, Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona y coordinador del Grupo de Expertos de Cambio Climático de Cataluña apunta que las evidencias se acumulan: “Está probado que hay personas con una fuerte susceptibilidad al tiempo. Se ha demostrado la relación entre el viento seco y cálido con las cefaleas, los estados de excitación y el nerviosismo; las caídas de presión atmosférica y el paso de frentes fríos con una mayor incidencia de problemas coronarios; o los episodios de alta contaminación atmosférica y los ingresos por causas respiratorias”.
Poca luz, poca salud
También cita el medio al doctor Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos, quien incluso pone cifras: “Entre el 20 % y el 30 % de la población es meteorosensible. Cuando tratamos una posible depresión siempre preguntamos a la persona si siente algún tipo de patrón estacional”.
Se sostiene que las mujeres tienen mayor sensibilidad frente a los vaivenes del tiempo
Uno de los factores que más inciden en la salud es la escasez de horas de luz. Tenemos un problema y hay que buscar soluciones. “Hace un siglo se trataba de forma poco profesional, como mucho se recomendaba a los afectados viajar a zonas más soleadas. Ahora hay muchas investigaciones, y sabemos que los cambios climáticos afectan a nuestros mecanismos neuroquímicos”, señala el doctor De la Gándara, que utiliza el término climoterapia antidepresiva para referirse a la respuesta que ha dado la medicina a este fenómeno.
En 1989 desarrolló junto con su equipo la primera unidad de luminoterapia en España: “Utilizamos lámparas que emiten una luz que remeda la solar en una habitación, una idea que más tarde se ha utilizado en otros centros públicos y privados”.
Aquellas lámparas ahora forman parte del mobiliario del despacho de este especialista. “Yo soy el primer afectado, todos lo somos, solo que algunos lo perciben y sufren más”. Para estos últimos lanza un mensaje esperanzador: “Hay expertos 4que pueden asesorarles y hay métodos sencillos con riesgos mínimos al alcance de todos. Sistemas como la luminoterapia, los desplazamientos a lugares con más luz y determinados fármacosson seguros y eficaces”.
Para la especialista Carmen Rivadeneira, las fases climáticas se vinculan con diversos tipos de aprendizaje: “Hay gente que prefiere un día lluvioso y hay gente que no; esto depende, entonces, de los gustos particulares de una persona (puede ser que un día de lluvia genera más desánimo en una persona que en otra)”.
Y acota: “Lo que sí está muy estudiado es que hay una fuerte influencia estacional en algunos trastornos del estado de ánimo, como el trastorno bipolar: en algunas personas que lo padecen se puede ver una diferencia anímica muy marcada en verano que, en invierno, independientemente si ambos climas provocan depresión o manía”.
Se estima que en 2050 las olas de calor causarán 120 mil muertes anuales más
Según un estudio –publicado en Nature Scientific Reports, el viento transporta un agente nocivo que provoca el síndrome de Kawasaki, una enfermedad poco común en los niños que involucra inflamación de los vasos sanguíneos y se presenta con mayor frecuencia en Japón. Por otro lado, hay investigaciones que vinculan un aumento de las urgencias psiquiátricas en días nublados o lluviosos, así como un crecimiento de los delirios con una humedad superior al 60% y los trastornos obsesivos compulsivos con temperaturas que superen los 30ºC. “Se sabe -aunque también es difícil de probar- que existe un cambio anímico en el momento previo a las tormentas.
Aparentemente, hay un fuerte aumento del ozono y de los iones negativos del aire antes de una fuerte tormenta y esto se percibe notoriamente en la inflamación de los músculos, en los huesos, en los bronquios y en el ánimo. Esto suele provocar irritabilidad”, dice la licenciada Rivadeneira. En fin, cuando cambia el tiempo, el termómetro de nuestro cuerpo puede enloquecer. Pero sabemos que son estados transitorios que pueden abordarse y hay caminos caseros y científicos para superarlos.