Medio Ambiente

La región debe prepararse ante riesgos climáticos

Entre 2001 y 2010 se registraron cada año al menos 700 emer­gencias causadas por fenómenos naturales o por la tec­nología a nivel mundial, que afec­taron aproximadamente a 270 mi­llones de personas y causaron más de 130.000 defunciones anuales.

Autor: RSalud 18 febrero, 2016

El 25 por ciento de estas emer­gencias y 44 por ciento de estas muertes ocurrieron en países menos desarrollados, con capaci­dades limitadas para prepararse y responder eficazmente a estas situaciones. Así lo indica el do­cumento Marco de Respuesta a Emergencias de la Organización Panamericana de la Salud/Or­ganización Mundial de la Salud (OPS/OMS).

Estas estadísticas no incluyen los altos niveles de mortalidad y morbilidad asociados a las emergencias resultantes de con­flictos. Según el Banco Mundial, más de 1.500 millones de perso­nas —un cuarto de la población del mundo— viven en países afectados por conflictos violen­tos. Estas poblaciones sufren las consecuencias de la pertur­bación social y el aumento de la mortalidad y la morbilidad por enfermedades infecciosas, des­nutrición aguda, traumatismos y complicaciones de enfermeda­des crónicas.

De los 20 países con las tasas más elevadas de mortalidad en la niñez del mundo, al menos 15 han tenido conflictos civiles durante los dos últimos decenios, añade el documento de la OPS/OMS. De los 10 países con la proporción más alta de mortalidad materna, nueve han sufrido conflictos re­cientemente, advierte.

El 25 por ciento de las emer­gencias y el 44 por ciento de las muertes ocurrieron en países menos desarrollados

En tanto, en el mismo período han aumentado los riesgos a la sa­lud pública debido a la globaliza­ción, los viajes y el comercio inter­nacionales. Tales riesgos podrían ser transmitidos por las personas (por ejemplo, SRAG, influenza, poliomielitis, Ébola), así como por productos, alimentos, animales (enfermedades zoonóticas), vecto­res (dengue, peste, fiebre amarilla) o el entorno (emisiones radionu­cleares, derrames de productos químicos u otros tipos de conta­minación).

Los más vulnerables

En todos los tipos de emergen­cias, las personas más pobres y vulnerables sufren en grado des­proporcionado. Estas repercusio­nes negativas se complican por la enormidad de los costos econó­micos resultantes, que promedian más de US$100 mil millones por año. La gestión apropiada y opor­tuna de estos riesgos requiere de capacidades nacionales e interna­cionales eficaces, colaboración in­tersectorial, promoción de la equi­dad, protección de los derechos humanos y fomento de la igualdad de género.

La OMS ayuda a los países a reforzar la resiliencia de los siste­mas de salud

En América, muchos países pueden enfrentar, con sus propios recursos y personal local, el impac­to sobre la salud que causan situa­ciones de emergencia de nivel bajo o mediano, y la mayoría ya ha teni­do la experiencia. Sin embargo, los desastres de gran magnitud con frecuencia abruman la capacidad de respuesta de un país. Lo que es peor, cuando un desastre afecta simultáneamente a varios países, ninguno de ellos puede responder a sus propias necesidades, ni mu­cho menos las de sus vecinos.

El problema no es exclusivo en esta región: aún los países grandes pueden requerir ayuda externa de expertos especializados en salud pública, como fue el caso del terre­moto y tsunami en Asia Oriental.

Reducción de riesgos

Lo cierto es que las emergencias pueden surgir en cualquier país y en cualquier momento. Los desas­tres pueden alterar gravemente el funcionamiento de la comunidad y hacer que la población pase a depender de la ayuda exterior. No obstante, es mucho lo que se pue­de hacer para prevenir y reducir los efectos de los desastres y refor­zar la respuesta de las comunida­des en riesgo.

Los desastres de gran magnitud con frecuencia abruman la capacidad de respuesta de un país

Los países con sistemas de sa­lud bien desarrollados y personal sanitario bien formado y equipado están mucho mejor preparados para los desastres. Cuando una comunidad está bien preparada se pueden salvar muchas vidas en las primeras horas de una emergen­cia, antes de la llegada de la ayuda exterior. La población es la que mejor conoce los riesgos locales y sus propias necesidades.

Para reducir los riesgos futuros y las pérdidas materiales y huma­nas, la OMS ayuda a los países a reforzar la resiliencia de los siste­mas de salud mediante la gestión de los riesgos en las emergencias, estrategia que abarca medidas que van desde la prevención hasta la recuperación, pasando por la pre­paración y la respuesta. Entre las medidas de gestión de los riesgos en las emergencias se encuentran:

La creación de políticas y es­trategias nacionales propicias, y la asignación de recursos para la gestión de los riesgos; la mejora del acceso a una atención primaria de calidad antes de que se produzca el desastre, así como durante las fases de respuesta y recuperación; la capacitación y equipamiento del personal sanitario, y su inclusión en la planificación frente a todo tipo de emergencias; la identifica­ción de los peligros, las vulnerabi­lidades y la capacidad de evalua­ción de los riesgos; la difusión de conocimientos sobre los riesgos en las emergencias y la educación sanitaria, por ejemplo en materia de saneamiento e higiene; la aler­ta temprana de los profesionales sanitarios y de las comunidades en caso de emergencia, y la pro­tección de los centros sanitarios frente a los peligros y la prepara­ción para la respuesta sanitaria de emergencia.

 

 

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